Eco altisonante de un discurso inacabado
La juramentación del presidente peruano Ollanta Humala y sus vicepresidentes por la constitución de 1979 generó mucha polémica en la ceremonia de toma de mando. Es entendible que los miembros del partido oficialista adopten esta actitud porque el origen de la constitución de 1993 se remite a un congreso constituyente instaurado después del autogolpe perpetrado por Alberto Fujimori.
Sin embargo, es un error político porque aunque a los miembros del partido oficialista no les guste, la constitución de 1993 es la vigente y merece ser respetada. No debió usar una retórica que solo hace resucitar ciertos fantasmas propios de su plan de gobierno original.
Claro, los fujimoristas se aprovecharon de este error, pero son los menos indicados para exacerbar este tipo de reclamos.
Ollanta Humala debe aclarar ese panorama incierto, difuso y ambiguo, en torno a una supuesta reforma constitucional, que esgrimió con sus palabras en plena ceremonia de juramentación.
Su intervención estuvo llena de citas a Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaunde, Jorge Basadre y Nelson Mandela, pero faltó escuchar a un presidente capaz de citarse a sí mismo al momento de explicar cómo lograr ese nuevo contrato social al que hizo alusión.
Apeló a unas citas con un contenido social lúcido y solvente, pero faltó explicar cómo las pondrá en práctica. En ese sentido, Ollanta Humala tiene la inmejorable oportunidad de reivindicar el valor de la palabra empeñada. Depende de él mismo si restituye esa palabra o la sepulta en el olvido inmediato.
En un país donde las palabras están divorciadas de los hechos y los discursos de las convicciones, los peruanos esperábamos escuchar a un presidente que se tome en serio la calidad educativa, herramienta estratégica para lograr ventajas competitivas a futuro y revertir los altos índices de pobreza al interior del Perú.
La educación es mucho más que ocho horas de estudio diarias, la promoción de un programa de becas y el reforzamiento de la acreditación universitaria. ¿La capacitación y evaluación a los maestros y el impulso a la familia como agente educativo dónde quedan?
Humala no explicó cómo hará para generar una inclusión social sin poner en riesgo la estabilidad económica. Además, para que los programas sociales Juntos, Cuna Más y Pensión 65 superen el asistencialismo, deberán contar con capacitación en labores productivas que los ayude a ser protagonistas de su propio desarrollo.
La creación de un Consejo Nacional de Seguridad es un acierto siempre y cuando articule la participación de la ciudadanía que puede colaborar en la lucha, pero sobre todo en la prevención contra el delito. Las calles de las principales ciudades peruanas han sido acribilladas por temibles delincuentes que lograr ejecutar sus fechorías impunemente gracias a un código penal que necesita una reforma urgente.
Ese respeto a la ley tiene que partir de la misma familia presidencial cuando hay un polémico cambio de sentencia a Antauro Humala gracias al cuál podría salir libre y quedar impune la muerte de tres policías.
Hizo bien Humala en decir que respetará los tratados comerciales con otros países y el fallo de la Corte Internacional de la Haya en el diferendo marítimo que disputa Perú con Chile. A la vez que aseguró implementar una política exterior de integración multilateral y de impulso a la Unión de Naciones Sudamericanas y de la Comunidad Andina de Naciones. Pero el Perú debe aspirar también a fortalecer sus relaciones con el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
Las relaciones comerciales no deben estar sujetas a intereses personales o políticos, como las reuniones que sostuvo su hermano Alexis Humala en su visita por Rusia.
Humala deberá ejercer un liderazgo en los países andinos proclive hacia una economía de libre mercado, pero con ese rostro social que ni García o Toledo pudieron lograr.
El gabinete de Humala es moderado gracias a la presencia de Miguel Castilla en el despacho de economía, quien deberá garantizar una disciplina fiscal que no frene el desarrollo económico. Es un acierto la designación de Susana Baca como ministra de cultura y de Patricia Salas en el ministerio de educación. Pero Salas no debe ceder a las intenciones retrógradas del sindicato magisterial quienes se han resistido siempre a una visión meritocrática de la carrera pública magisterial.
Sin embargo, debo expresar mi preocupación por la presencia de Aída García Naranjo en el ministerio de la mujer, por su posición a favor de despenalizar el aborto, lo que sería un atentado contra la vida de un ser indefenso que se encuentra en proceso de gestación. ¿Quién defiende el derecho de esos niños?
Saludo el anuncio presidencial de apoyar la reconstrucción de los distritos del sur de Lima, azotados por el terremoto de 2007 y lanzar un plan de prevención de desastres naturales.
Es lamentable que la ética y educación no formen parte de las palabras que resumen su discurso inacabado. Esperamos un crecimiento económico sostenido con amplia base social, pero que las políticas públicas rescaten la condición humana de los más pobres, olvidada por una sociedad que se volvió individualista.
El Perú está harto de que le griten al oído sus problemas, lo que necesita es que un equipo de líderes sean capaces de transmitir a su sociedad cómo resolver esos problemas. Pero más importante que el "qué" y el "cómo", es el "para qué" de las propuestas.
No hemos caminado juntos 190 años sin atisbar en el futuro una razón que nos devuelva el sentido de lo que hacemos. El egoísmo y la soberbia no solo está impregnado en los monumentos que construyen los políticos con sus actos. También vive perpetuado y en silencio, en el interior de algunos ciudadanos.
Pensar en un futuro compartido es la gran tarea de estos últimos 10 años que nos falta para darnos cuenta si de verdad nos hemos independizado de esos "fantasmas mentales" que nos persiguen a diario y que no hacen sino profundizar más el abismo social que nos separa.