Adiós al maestro trovador
El mundo entero quedó consternado por el asesinato en Guatemala del cantautor argentino Facundo Cabral, minutos antes de viajar a Nicaragua para una presentación. Las redes sociales se inundaron de mensajes que recordaban su obra que ahora se convierte en un legado ineludible para quien pretende asumir la vida con una visión esperanzadora como la que él compartió.
Por esas ironías de la vida, el último tema que cantó en su concierto fue aquel que lo lanzó a la fama internacional, No soy de aquí, ni soy de allá, donde reafirma una vez más que “ser feliz es su color de identidad”.
Su auténtica vocación por construir un mundo que nos cobije con amor y paz, hizo que la UNESCO lo declarara Mensajero Mundial de la Paz en 1996. En ese sentido, es lamentable que una persona que fomentó la paz y la unidad en los pueblos tenga que morir de una forma tan violenta e injusta.
La bala que atravesó su cráneo podrá haberle quitado la vida sin permiso, pero jamás borrará de nuestra memoria esa lucha incansable que hasta el último minuto de su existencia lo llevó a dejar un aporte sustantivo a nuestra cultura.
Si hay algo que caracterizó a Facundo Cabral es que supo extraer lo mejor de cada persona. Por eso era fiel admirador de Unamuno, Borges, Hemingway y Walt Whitman, así como seguidor inconfundible del mensaje y ejemplo de Jesucristo, la Madre Teresa de Calcuta y Gandhi.
El trovador latinoamericano padeció a lo largo de su vida muchas contradicciones, pues hasta los 9 años recién pudo hablar, fue analfabeto hasta los 14 y a sus 40 años perdió un vuelo en el que murieron su mujer e hija, mientras que a los 46 recién conoció a su padre.
Cómo no recordar aquel momento en el que a sus ocho años se bañó por primera vez con agua caliente, le ofrecieron comida, ropa limpia y una camiseta del Boca Junior.
Lejos de rendirse, vivió de forma estoica y precisó que: “después de las tempestades siempre vuelve a salir el sol, y en definitiva el humor es una buena proteína de la vida. Sin él y sin esperanza jamás podría volver de recuerdos imborrables”.
Un hombre que a través de su fino sentido del humor y profunda vertiente poética supo hilvanar su vida de modo que aceptó con amor las circunstancias más adversas, siendo capaz de mirarse en el espejo de la verdad, al que muchos huyen despavoridos.
El eje transversal en torno al cual gira la palabra, el verso, el ritmo y la obra de Facundo Cabral es el amor, la mejor herencia que recibió de su madre. Por eso quizás una de sus mejores frases sea: “Dios te quiere feliz y para ser feliz hay que hacer lo que uno ama; porque el amor te acerca a todo, porque el amor es valiente; es la antítesis del miedo, que es el peor dictador”.
América Latina acaba de perder no solo un singular talento, sino una buena persona que detrás de cada canción te cautivaba con su sencillez y la sabiduría que emanaba de cada frase que salía de su boca, un amante de la libertad, maestro viajero y motivador de almas.
El mejor homenaje que podemos rendirle es transmitir ese mensaje de amor, paz, unidad, fe y esperanza con su música y palabra en cada rincón de nuestras almas peregrinas que no cesan de caminar por la vida, sedientas de espacios que permitan vislumbrar un futuro más llevadero.
Aunque hayan silenciado su voz, su palabra trascenderá las fronteras físicas para enraizarse en nuestros corazones, que es donde llevamos siempre a personas de enorme talla humana como la de Facundo Cabral.